sábado, 24 de enero de 2009

B090- La Guerra Cultural. 2da Parte.

Boletín de fecha 03 de abril de 2007

Temas desarrollados
Por qué desprestigiar a las religiones, en especial a la católica.
Por qué destruir la familia tradicional.
Por qué infiltrar y corromper el sistema educativo.
Por qué desprestigiar y minimizar el rol de las FFAA.


En el Boletín N° 89 nos hemos hemos referido a la realidad en que estamos inmersos, que muestra a una sociedad desorientada, a muchos preocupados pero a muy pocos ocupados en hallar respuestas válidas a los “por qué”, ni tampoco dedicados a contrarrestar las acciones que quieren modificar nuestros valores, la base de nuestra cultura..

1.- ¿Por qué desprestigiar a las religiones, en especial a la católica?

a) La descalificación de sus doctrinas y de sus miembros jerárquicos permitirá acabar con la profesión de una fe firme e inquebrantable en los contenidos doctrinales y de esa forma minar la existencia de las instituciones religiosas que mantienen un enorme prestigio espiritual e influencia social.
b) Al contrario de las filosofías materialistas, las religiones lograron amalgamar en su interior a todos los sectores de la sociedad, en contraposición a la teoría de la lucha de clases.
c) Las religiones muestran al hombre el sentido trascendente de la vida, con lo cual lo hace artífice de su existencia en el mundo y también le da sentido a su muerte.

El empeño por desacralizar, que a diario podemos comprobar, tiene por finalidad cumplir con la “profecía Gramsciana” de que el fin de la Iglesia católica ( era italiano ) tendría que ocurrir por la contaminación de la mayoría con el mundo moderno y los cambios de valores que debemos imponer.

“La Guerra Cultural” representa el más agresivo y disolvente ataque contra toda forma de religión trascendente y con respecto a la Iglesia Católica es importante señalar que el intento de desprestigio se manifiesta tanto en exposiciones artísticas blasfemas, como en cuestionamientos doctrinales y ataques específicos a la figura de Jesucristo (Código Da Vinci). Anteriormente la intención fue presentar un Cristo Guerrillero (Camilo Torres) y en la actualidad se le quiere dar la imagen de un hombre común (casado con Maria Magdalena), desprovisto de todo viso divino.

Buena parte de la descristianización actual obedece en primer término a la acción destructiva y solapada de los “intelectuales” estratégicamente situados y, en segundo término, por la defección de numerosos “católicos “que atraídos por la utopía secularista aceptan y defienden (de buena fe o no) las diversas formas de avances y logros del progresismo marxista.

Otro de los hechos que contribuyen en forma concluyente al avance de la secularización es la defección de teólogos, sacerdotes y profesores, por lo cual se les debería exigir congruencia con los principios que dicen profesar y una vida coherente que no desvincule las distintas dimensiones de la vida humana.
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2.- ¿Por qué destruir la familia tradicional?

Resulta muy fácil de entender que si la “estrategia” consiste en la formación de un modo de pensar a través de los nuevos valores revolucionarios, la familia representa un estorbo intolerable, ya que es allí donde se encuentran los primeros y más perdurables ejemplos de vida y el único ámbito educador en los primeros años de nuestra existencia. Para ello se esfuerzan en presentarla como una institución superada, autoritaria e incapaz de educar, ocultando que las primeras actitudes de amor, generosidad, solidaridad y disciplina se las vive y aprende en la familia.

Justifican la ausencia o despreocupación de los padres en la educación de los aspectos fundamentales, argumentando compromisos laborales o sociales ineludibles, traspasando e imponiendo a la escuela una “educación masiva” impregnada de contra valores.

Debemos reconocer que uno de los logros más importantes que ha obtenido el gramscismo es la disociación entre la familia y el trabajo. La cultura del trabajo se ha ido perdiendo con los gobiernos populistas ( parece que al respecto, para muchos, hay muchos más derechos que deberes ciudadanos). Además, en un país donde las criaturas y adolescentes no ven a sus padres trabajar (viviendo de planes y subsidios y sirviendo a punteros políticos), arrastrados a cortes de calles y marchas, a su vez impulsados por esos progenitores a pedir limosnas, vagando por las calles y medios de transporte, el futuro inmediato y mediato es la marginalidad y su rápida captación para el delito y la revancha social. (“odio al prójimo como mandamiento”)

La realidad de carecer de una cultura del trabajo, se da también en otros sectores que cuentan con capacidad económica, pero que han sido ganados por el impulso consumista, la vida hedonista y fácil, que pareciera eximirlos de valorar el esfuerzo y la disciplina que implica el trabajo. La contracultura ya esta instalada.
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3.-¿Por qué infiltrar y corromper el sistema educativo?

Alfredo Sáenz en su obra “Gramsci y la revolución cultural” nos dice…. “se considera que ha ganado una gran batalla cuando se logra la defección de un intelectual, cuando se conquista un teólogo traidor, un profesor traidor, traidores a su cosmovisión…No será necesario que estos “convertidos” se declaren marxistas; lo importante es que no sean enemigos, son potables para la nueva cosmovisión.
De ahí la importancia de ganarse a los intelectuales tradicionales, los que, aparentemente colocados por encima de la política, influirán decisivamente en la propagación de las ideas, ya que cada intelectual (profesor, periodista, o sacerdote) arrastrará tras de sí a un número considerable de prosélitos.”

El magisterio en nuestra escuela primaria y secundaria ha sido degradado tanto en su autoridad y su prestigio como económicamente. La ideología ha destruido la excelencia en todos los niveles, así como el sentido de autoridad y disciplina vigente en cualquier sociedad avanzada, sin importar su signo político.

Los programas, desde los primeros años – en cursos con 40 a 50 alumnos imposibles de manejar - cada vez suman más materias, pero pierden las bases más importantes como son matemática y lengua. Los niños llegan a 4to y 5to grado con problemas de lecto-escritura, interpretación de textos, redacción y desprovistos de los más elementales conceptos de la historia patria y su tradiciones.

Del ciclo secundario, nos eximen hacer cualquier comentario los resultados de los exámenes de ingreso a las universidades.

El niño y el joven carecen de modelos a seguir o mejor dicho se los han cambiado por personajes “revolucionarios sociales”, artistas y deportistas con graves problemas de conducta personal y otros que hacen gala del homosexualismo, la promiscuidad y la droga, mostrando que todo es válido para lograr el pobre objetivo de “ser famosos” por unos días.
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En cuanto a la educación superior oficial -totalmente laica - desde 1983 se ha implementado una suerte de ética para atender a la formación como ser humano de los futuros profesionales. Para ello se impuso la ética de la Solidaridad, basada en los Derechos Humanos que, como toda ética nacida del hombre común y no externa a éste, es manejable y operable según lo determine el poder o los intereses del partido de turno. Esta unilateral formación humana de los profesionales es uno de los logros más preciados de la “Guerra Cultural” dado que, esa malformación, producirá un efecto multiplicador en aquellos que pretenden ser la futura clase dirigente del país.

En el campo de las Ciencias, fácilmente se observan dos puntos fundamentales: por una parte que la ciencia y la investigación transitan desde hace años por caminos apartados del orden natural y por otra, la percepción de que ello no es casual.

Persistentemente, los gramscianos explican que en la educación no tiene cabida la excelencia, la disciplina y el sentido teísta. Por ello se subalterniza al maestro y enaltece a los alumnos y no docentes en sus derechos, es decir: “horizontalizan”. Nada en este campo resulta puramente técnico educativo o pedagógico, todo tiene connotación fuertemente política.

Nuestro país tiene el triste privilegio de contar con un millón y medio (1.500.000) de jóvenes que no trabajan ni estudian ¿Qué va a ser de sus vidas?,. ¿Como se integrarán a un mundo donde el futuro es el conocimiento?, ¿Podrá contenerlos la sociedad?, ¿O serán “mano de obra” fácilmente manejable por trasnochados ideólogos o políticos inescrupulosos?

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4.- ¿Por qué desprestigiar y minimizar el rol de las FFAA?

La guerra cultural no deja resquicio; todo el sistema de vida occidental debe ser destruido por el accionar de este movimiento ideológico que pretende dar nacimiento a una sociedad sin Dios y procura adueñarse del Estado desde adentro. Consecuente con sus objetivos, ha instalado en la dirigencia política el concepto de que sólo las acciones externas atentan contra los intereses de nuestra Patria.

Nuestras FFAA son, por su particular historia, un blanco muy importante para la estrategia gramsciana. Ellas tienen características – algunas universales y otras locales – que las distinguen. Son estructuradas jerárquicamente en forma piramidal, tienen un reconocido espíritu nacional, sus cuadros, casi en su totalidad, profesan la fe católica y la misión que tienen es defender la Constitución Nacional y los “intereses vitales de la Nación”.

Si se logra desprestigiarlas ante la comunidad y por medio de la educación, modificar sus valores y la cosmovisión trascendente, las armas estarán al servicio de la nueva ideología y de los intereses del gobierno de turno. Si se concreta, la batalla estará ganada por el marxismo gramsciano.

El gobierno constitucional que asumió el poder en 1983, produjo cambios políticos en la Defensa Nacional, que apuntaron a desvincular el concepto de Defensa Nacional del de Seguridad Nacional.

La Ley 16.970 vigente en ese momento definía a la “Política de Defensa” como “el conjunto de medidas que adopta un Estado para lograr la Seguridad Nacional”. Esta última, a su vez , se definía en la misma ley como “La situación en la cual los intereses vitales de la Nación se hallan a cubierto de interferencias o perturbaciones sustanciales”

La nueva ley, aprobada por el Senado de la Nación el 25 de octubre de 1986 (Ley 23.554) define la Defensa Nacional como “La integración y acción coordinada, de todas las fuerzas morales y materiales de la Nación para enfrentar las agresiones de origen externo”.

La Guerra Cultural logra un nuevo objetivo al hacer que la ciudadanía por medio de sus representantes acepte dejar de lado las agresiones de origen interno provenientes de la “subversión armada”, “el terrorismo”, “el narcoterrorismo”, “las insurrecciones” y se eliminara el concepto de “Intereses Vitales”, instalando la idea de que agresión es solamente la que proviene en fuerza desde el exterior.

Las FFAA aún hoy parecen no haber entendido que en la “guerra cultural” ha desaparecido el campo de batalla y que toda la sociedad atacada se ha convertido en el ámbito de la guerra. El caos es el fin último, previo a la destrucción total de las instituciones y los valores esenciales de la Nación.

El presente no es promisorio y el futuro es incierto, pero recordando lo que un viejo profesor trataba de inculcarnos a través de una fábula, en la época de estudiante secundario, creemos que todo no está perdido. ¡Depende de cada uno de nosotros!

“Cierto día, un gran incendio irrumpió en la floresta y el fuego se extendió con rapidez.-Los animales despavoridos huían de las llamas, en búsqueda de refugio.-
Un ave, sin embargo, desesperada por la inminencia de la destrucción de su nido volaba repetidas veces hasta el rió, llenaba su pico de agua y retornaba para dejar caer unas pocas gotas sobre las llamas, con el riesgo de quemar sus alas.
Un mono, viendo aquel esfuerzo en vano, preguntó con cierta ironía: Ave ¿crees que así vas a apagar el incendio? El ave respondió: Realmente no se, pero estoy segura de estar haciendo mi parte.-

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FIN DEL BOLETÍN NRO 90.

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Es una serie informativa sobre acontecimientos de nuestro pasado reciente , destinado principalmente a quienes no los vivieron y para los que los olvidaron .
Su exposición no busca polemizar ni agraviar , sino lograr la concordia a través de la verdad y la equidad en el tratamiento de los dramáticos sucesos vividos en la década del 70 que vienen siendo parcializados y distorsionados mediante una campaña de mentiras y desinformación interesada.