sábado, 24 de enero de 2009

B089- La Guerra Cultural. 1ra Parte

Boletín de fecha 28 de marzo de 2007

Temas desarrollados
Por qué desprestigiar a las religiones, en especial a la católica.
Por qué destruir la familia tradicional.
Por qué infiltrar y corromper el sistema educativo.
Por qué desprestigiar y minimizar el rol de las FFAA.


Introducción.

En el Boletín Nro 82 de fecha 4 de diciembre de 2006, nos hemos referido a Antonio Gramsci (1891-1937) y Herbert Marcuse (1898-1979), dos pensadores marxistas que han plasmado la esencia de la estrategia comunista actualmente en vigencia.

Hoy el mundo, por el colapso de la URSS , los cambios del comunismo chino y el fracaso del estatismo como complemento de esas políticas y economías, ha dejado sin argumentos al marxismo en sus planteos Leninistas y Trotskistas, y ha desarrollado la versión gramsciana llamada “la guerra cultural”(1) (Kulturkampf) que actualmente se muestra fuerte y en pleno desarrollo, tratando de imponer su hegemonía no solo en las sociedades occidentales y sino también en sectores del mundo oriental.

El “nuevo orden” de típico corte gramsciano ataca directamente a la “Trinidad inseparable” de la que habló Sorokin (2): “el sistema social – el sistema cultural –el sistema de la personalidad”; por lo que a medida que se destruyen los valores tradicionales se debe construir una nueva forma de pensar y actuar, de ver la vida y sus valores. Por ello podemos deducir que la Guerra Cultural tiene como finalidad: “la destrucción de los valores y las bases sociales de una nación”.

Esta cosmovisión invierte el orden Leninista entre “la estructura “– relación de producción - y “la superestructura - “religión, derecho moral, arte, ciencia, etc”. Para Lenin el marxismo debía llegar por medio de la conquista violenta del Estado y luego destruir la superestructura. Para Gramsci era necesario ganar el “pueblo” destruyendo sus tradiciones o valores, sustituir su cultura, y crear el “sentido común de la gente”.(3) Luego de ello, la sociedad civil asimilaría a la sociedad política, por no haber contradicciones entre ambas.

Desde esta perspectiva vemos que la “Guerra Cultural” ha sabido identificar correctamente los obstáculos más importantes que deberá sortear y las estrategias para superarlas, que consisten en:

- Desprestigiar a las religiones , en especial a la católica .
- Destruir la familia tradicional.
- Infiltrar y corromper el sistema educativo
- Desprestigiar y minimizar el rol de las FFAA

Con esta introducción, creemos que será más fácil comprender lo que aconteció y acontece en nuestro país desde los albores del siglo pasado.
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Situación en la Argentina.

La “revolución cultural”, fiel a sus principios, no se inició para tomar de inmediato el poder político, sino para adueñarse del poder creativo de una generación que a través de “la Reforma Universitaria” (1918) permitiría introducir sus ideas en una de las más importante instituciones del país, donde se cultivaban y se cultivan los valores y parámetros culturales que van a ir incidiendo en toda la sociedad. El proceso comenzado en nuestro país, por su influencia cultural en la época, se fue expandiendo a todo hispanoamérica.

Con posterioridad a la reforma universitaria, los sucesivos gobiernos (de jure y de facto) no interpretaron los reales peligros del proceso gramsciano y a partir de 1930 la “mutación del sentido común” se fue consumando con la exaltación de todo lo que implicó “horizontalismo”(como cuestionamiento a la autoridad y jerarquía: masificación) y la destrucción del sano pensamiento filosófico y teológico; secularizando, desacralizando y negando la trascendencia de la vida del hombre.

La segunda mitad del siglo, muestra la irrupción en el escenario nacional de los deliberadamente mal llamados “jóvenes idealistas” (apoyados y estimulados por la revolución castro comunista”) que con diferente argumentación generacional asumieron los principios del terrorismo, organizaron ejércitos irregulares, apretaron el gatillo y detonaron bombas con desafiante petulancia.

Derrotados militarmente por las FFAA, los sobrevivientes montaron su estrategia en una campaña nacional e internacional de “derechos humanos” (sólo para sus partidarios) y junto con los dirigentes políticos, que debían encubrir sus fracasos y responsabilidades, interpretaron que el camino que quedaba era oponerse mediante una acción que trascendiera su reivindicación revolucionaria.
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A partir del gobierno de Alfonsín.

Esa campaña y la torpeza de los otros políticos, permitieron la asunción al primer plano nacional de un radical, - en realidad un socialista no definido públicamente – que embanderado en el “progresismo” (4), un término que oculta su raíz marxista, utilizó la tergiversación de los hechos y el ocultamiento del pasado histórico inmediato para exonerar a la clase política de aquellos fracasos e irresponsabilidades como dirigentes.

Como lo propulsara Gramsci, la herramienta principal de su gobierno fue la dominación de los medios de comunicación de masas por parte del Estado ( los canales de TV estuvieron todos intervenidos durante la presidencia de Alfonsín), para poder desarrollar a “bajo costo” una tarea sistemática de propaganda y acción psicológica que llegara a todos los ámbitos y niveles sociales.

Revalorizada “la guerra cultural” como única alternativa válida, ésta se constituyó en el punto de convergencia de todos aquellos que en adelante se declamaron utópicamente como “ciudadanos de una democracia sin verdugos ni victimas”. A partir de este gobierno, los MCS comenzaron a desarrollar una inocultable “hegemonía secularista” que saturó la mente de grandes segmentos de la sociedad, lo que posibilitó que lo que antes fuera considerado como inaceptable, negativo o aberrante; se percibiera y aceptara como normal, positivo y encomiable. Se comenzaron a trastocar así, todos los valores.

Se predica que la única realidad que se puede y debe entender es la de “aquí abajo, en la tierra” (posición materialista total), consecuentemente, utilizan los medios masivos de comunicación para acabar con el prestigio de todos aquellos que se mantengan fieles a los valores tradicionales ( y por ende opuestos a los designios “secularistas y laicistas) imponiendo modas y costumbres que exhaltan los antivalores y banalizan la cultura popular, resaltando el hedonismo, la “viveza criolla” y la vida fácil.( la respuesta de los jóvenes y preadolescentes a ¿que desean ser cuando sean adultos? es en un alto porcentaje: ¡famosos!)

Como consecuencia de ese proceso larvado y sistemático, no resulta extraño que ante este decidido embate de la “ideología gramsciana”, los sectores atacados no se hayan esmerado en responder en el mismo terreno y con las mismas armas, ( en los planos de la comunicación oral, escrita y visual). Es que llegaron “ellos” y proclamaron: “Todo da igual, todo esta permitido” ; “a mi no me complica ni me molesta”; “el género es una opción”; “cada uno puede tener su propia moral”; “la legalización de la unión entre homosexuales es un derecho”; “todo limite es represión”; “la tenencia y uso de drogas es un derecho privado”, etc.

Persistentemente actúan y legislan para que en la educación no tenga cabida la excelencia, la disciplina y el sentido espiritual y religioso, para ello se subalterniza al maestro y se enaltecen a los alumnos y no docentes, en sus derechos: horizontalizan. Nada en este campo resulta puramente técnico educativo o pedagógico, todo tiene connotación fuertemente política partidaria e ideológica.
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A partir de 1983 , Juan Carlos Portantiero,( sociólogo e inspirador desde la década del 60 del “Tercer Movimiento Histórico” que no pudo concretar Alfonsín, militante del Partido Comunista durante 12 años, y exiliado en México durante el gobierno militar, fué el primero en introducir el nombre y el pensamiento del intelectual y fundador del Partido Comunista Italiano Antonio Gramsci en el ámbito académico argentino.) gramsciano fue asesor del presidente Alfonsin. llevando sus ideas y las del grupo que integraba, junto a Beatriz Sarlo, Oscar Teran, Gregorio Klimosky, Ernesto Laclau, José Nun, Carlos Altamirano, Oscar Landi, Emilio de Ipola, Pablo Giussani y otros intelectuales y periodistas de izquierda, ( muchos ex exiliados) a copar el ámbito universitario, dominar la “transición democrática” y luego, también la etapa progresista.

Toda la prensa oral y escrita y la televisión, salvo rara excepción, quedaron en sus manos y pertenecen hasta el día de hoy a esta tendencia ideológica. La “cultura estatal”, desde Portantiero con Alfonsin, hasta Nun en nuestros días, esta influida por el gramscismo.

Hegemonía ciertamente “silenciosa” ya que prácticamente nadie habla de “ellos” y menos aún de Gramsci. De ocurrir lo contrario habría mas gente sorprendida y prevenida.

Su diario predicar ha convertido a la sociedad argentina en hedonista, que vive para y por su placer individual, materialista y consumista, incapaz de cualquier sacrificio y donde no cuenta el bien común en la Nación.-

(1) GUERRA CULTURAL: Es el enfrentamiento en el ámbito de una Nación para imponer una concepción contraria a los principios trascendentes de la vida a través de la mutación del “sentido común.”
CULTURA: Conjunto de rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que ordenados a los valores que se aceptan como comunes y devienen de su propia historia, caracterizan a una nación, sociedad o grupo social.-
(2) SOROKIN P. sociólogo norteamericano de origen ruso (1889-1968)
(3) Entienden “POR SENTIDO COMÚN” no la noción clásica que consiste en el sentido que se deriva del conocimiento innato de los primeros principios, sino el modo común de pensar, el común sentir de la gente ante determinados hechos que históricamente deben prevalecer en los miembros de la sociedad.
(4) En la actualidad el término progresismo agrupa las doctrinas filosóficas, éticas y económicas de las tendencias políticas de izquierda. El término surge como contraposición al de
conservador.
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FIN DEL BOLETÍN Nro 89.-

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