Boletín de fecha 25 de octubre de 2006
Nació en Buenos Aires el 26 de noviembre de 1931 . Cursó estudios técnicos en la Escuela Nacional de Bellas Artes de esa ciudad y universitarios en la Facultad arquitectura en la Universidad Nacional de La Plata. Se desempeñó como docente por 25 años, particularmente en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, donde ejercía el cargo de profesor de escultura a nivel de enseñanza media.
Sus colegas y alumnos lo recuerdan como una persona extremadamente aislada y falta de comunicación , a excepción de algunos contactos especiales que solía mantener con los dirigentes estudiantiles más radicalizados.
En la década del 60 empezó a trabajar con grupos latinoamericanos cristianos pacifistas.
En 1973, fundó el Servicio de Paz y Justicia ( SERPAJ ) que pronto se convirtió en la cumbre del movimiento pacifista y de defensa de los derechos humanos en el área de influencia de Americana latina, y también el “Movimiento Ecuménico Paz y Justicia” con diversos grupos de convergencia cristiano-marxistas. En 1974 fue elegido coordinador general para una red de comunidades latinoamericanas a efectos de promover la “liberación de los pobres a través de la no violencia”
En 1975, participó en la creación de la “Asamblea Permanente por los Derechos Humanos”. A partir del golpe de estado de 1976, contribuyó a la formación y coordinación de los enlaces entre organizaciones de defensa de los derechos humanos. El "Servicio de Paz y Justicia" (SERPAJ) que él fundó , evolucionó en este contexto y sirvió como instrumento para la campaña internacional contra el gobierno militar argentino. También en ese año, Pérez Esquivel fue detenido por la policía militar brasileña y al año siguiente, 1976, fue arrestado en Ecuador junto con un grupo de obispos latinoamericanos y estadounidenses, imputado de desarrollar actividades sediciosas en comunidades indígenas.
En 1977, fue nuevamente detenido, esta vez en Buenos Aires, donde quedó a disposición del Poder Ejecutivo durante 14 meses, periodo durante el cual recibió la distinción , “Memoria de Paz, del Papa Juan XXIII”. En oportunidad de hallarse en uso de licencia en la Escuela de Bellas Artes para acceder a una beca de perfeccionamiento artístico en Holanda, una vez vencido los plazos previstos, no se reintegró a sus funciones. Los intentos de la Dirección de la escuela para su localización fueron infructuosos , recibiéndose un informe de su esposa e hijo alegando enfermedad que nunca fue certificada. Cumplido con creces los plazos reglamentarios y ante las carencias de nuevas respuestas se le inició un sumario administrativo que finalizó con su expulsión en 1980.
Poco tiempo después de su baja de la cátedra, su nombre aparecía en los periódicos como ganador del Premio Nobel . La opinión pública del país recibió la noticia con genuina sorpresa dado que Pérez Esquivel era un total desconocido para los argentinos y además de muy escasa gravitación en el plano mundial. ¡Todo un misterio! Más aún, si tenemos en cuenta los apoyos políticos que tuvo.
El 14 de octubre de 1980, el Diario Clarín en su portada señalaba: “Otorgaron el Premio Nobel de la Paz a un argentino. En el artículo , decía que Adolfo Pérez Esquivel, escultor de 49 años, casado y padre de tres hijos —que residía en San Isidro— había sido premiado con el Nobel de la Paz 1980 por su defensa de los derechos humanos a través de métodos no violentos en América latina. Y en la página tres, se expresaba que la “Secretaria de Estado adjunta para Derechos Humanos de Estados Unidos”, Patricia Derian había manifestado en Washington que el otorgamiento a Pérez Esquivel del Premio Nobel de la Paz, era un mensaje a todas las naciones que todavía practicaban la represión. Derian, dijo que probablemente las gestiones de Estados Unidos contribuyeron a que en 1978, fuera liberado de la cárcel en Argentina.
El matutino La Nación, de la misma fecha, coincidía en expresar que “la concesión del premio a un defensor de los derechos humanos en la Argentina, fue sorpresa”. Y en la edición del día siguiente informaba ese diario que “Pérez Esquivel había estado encarcelado en San Pablo y Ecuador de donde fuera expulsado acusado de subversión”, según expresiones de Monseñor Fragoso, obispo brasileño en Río de Janeiro.
Por su parte, el Arzobispado argentino, el 15 de octubre señalaba en una declaración que el “Servicio de Paz y Justicia” - cuyos miembros pueden ser católicos o de cualquier otra denominación cristiana - estaba relacionado con el “Consejo Mundial de Iglesias”, una organización internacional que agrupa a numerosas iglesias cristianas (pero no a la Iglesia Católica) y del cual, dicho servicio, recibía ayuda económica y recalcando que ese Servicio no tenía ninguna vinculación con la Iglesia Católica o con autoridades eclesiásticas como errónea o deliberadamente, se había afirmado. De este modo, la jerarquía argentina salía a aclarar a las expresiones de algunos medios de comunicación que confundían o relacionaban la “Comisión Pontificia Justicia y Paz” con el “Servicio de Paz y Justicia” de Pérez Esquivel.
Dos años antes, para ser precisos el 9 de junio de 1978, Gustavo J. Landívar, en un artículo titulado “Los réditos políticos del mundial”, publicado en el semanario “Somos” (Nro. 90, del 9 de junio de 1978), denunciaba la concreción de una campaña internacional en contra de nuestro país. Allí señalaba que “..., por ejemplo, se sabe que Amnesty International está organizando una intensa campaña para lograr que este año el Premio Nobel de la Paz sea concedido a un ciudadano argentino, Adolfo Pérez Esquivel, actualmente detenido a disposición del Poder Ejecutivo por haberse hallado en su poder material subversivo., En Washigton y en algunas ciudades europeas se ha interesado a personalidades prestigiosas, en tal candidato. A no dudarlo, su eventual elección puede afectar tremendamente al gobierno argentino. Y no debe olvidarse que Amnesty, una de la principales organizaciones propulsoras del boicot contra nuestro país y de innegable simpatía hacia el marxismo, obtuvo el año pasado el galardón que concede el Gobierno de Suecia, muchas de cuyas principales figuras han firmado notas en contra de la Argentina y a favor de los extremistas”.
Por lo que vemos, esa elección estuvo planificada con fines políticos para afectar al gobierno militar más que a distinguir una personalidad mundial con un verdadero accionar por los derechos humanos universales, ya que Pérez Esquivel defendía preferentemente “los derechos humanos de los miembros de las organizaciones marxistas terroristas”.
Desde el año 2003, el mencionado militante es presidente del “Consejo honorario de la Fundación latinoamericana del Servicio de Paz y Justicia” y de la “Liga Internacional para los Derechos Humanos y la Liberación de las personas”, con base en Milán, Italia, y es además miembro del “Tribunal Popular Permanente”.
El Servicio de Paz y Justicia ( SEPAJ) fundado por Pérez Esquivel tuvo un desarrollo importante como ente defensor de los derechos humanos. Su acción coincidió , en las modalidades y en el tiempo, con el persistente trabajo que personeros de las organizaciones terroristas argentinas desarrollaban en Europa, para lograr solidaridad con sus cómplices, por tanto sirvió a los fines de esa campaña internacional de desprestigio al gobierno argentino.
El 3 de enero de 2006, Oscar Espinosa Chepe (economista y periodista independiente cubano), entregó en la embajada argentina en Cuba, una carta dirigida a Adolfo Pérez Esquivel, en su condición de Premio Nobel de la Paz. El remitente de la misma, había sido condenado por el régimen castrista a 20 años de cárcel desde marzo de 2003 y liberado desde el 29 de noviembre de 2004, con “licencia extrapenal hasta que se considere que ha recuperado su salud”.
En la misiva, el periodista le expresaba (…) “usted ha visitado muchas veces Cuba, y como hemos visto por nuestra televisión se ha alojado en hoteles lujosos, donde a los cubanos no se nos permite la estancia. Usted ha sido testigo del apartheid existente en nuestro país, sin que nunca se haya atrevido a denunciar tan bochornoso estado de cosas. No se ha interesado por conocer la situación de la población, la falta de libertad imperante y la continuada violación de los derechos humanos.
Por el contrario, en todos sus planteamientos se observa una completa sumisión al totalitarismo, soslayando su alta responsabilidad ante el mundo en su condición de Premio Nóbel de la Paz”, señalando que “jamás Usted ha protestado por las terribles condiciones que sufren los presos de conciencia y políticos en las cárceles de la Isla”, concluyendo que “respecto a sus criterios, los estimamos sin validez alguna, pues nunca hemos conocido una declaración suya respecto al trato que reciben los presos políticos y comunes en la Prisión Provincial de Guantánamo, a sólo unos kilómetros de la Base, y en las muchísimas cárceles existentes en Cuba”(...)
(…) “nos resulta contradictoria su posición de reclamar el cese de la pena de muerte en Estados Unidos, mientras se ha mantenido callado luego del fusilamiento de tres jóvenes cubanos negros en Abril de 2003, y las decenas de hombres que son mantenidos en pabellones de la muerte para en cualquier momento ser fusilados. La única actitud decente es reclamar la erradicación de la pena de muerte en todos los países del mundo, y no silenciar a conveniencia”.
Culminaba la misiva expresando: “Sr. Pérez Esquivel, lo instamos a que Usted reaccione y asuma una actitud imparcial ante el drama cubano, dejando a un lado su posición de aliado del totalitarismo. Su responsabilidad como Premio Nóbel de la paz lo demanda”.
FIN DEL BOLETÍN Nro 77.
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