jueves, 3 de abril de 2008

B003- La Guerra Revolucionaria . Marco Regional

Boletín del 15 de noviembre de 2004

LA GUERRA REVOLUCIONARIA - Marco Regional

Cuando hablamos de Guerra Revolucionaria en el marco del subcontinente americano, es evidente que Cuba encarna el modelo arquetípico. Nacida de una prolongada ‘guerra de guerrillas’ librada en el medio rural y montañoso, la revolución castrista, ayudada por otros factores políticos que le permitieron llegar al Poder ( Luego se declararía comunista y dependiente de la URSS ), trató que ese método revolucionario, se trasladara a la mayoría de los países latinoamericanos, mediante su intervención.

Precisamente en Latinoamérica los grupos u organizaciones que asumieron la guerra de guerrillas como modalidad para provocar una revolución que les permitiera llegar al gobierno por medios no legales, tenían como objetivo final imponer un estado comunista similar al cubano.

Cuba realizó repetidos intentos militares para exportar su revolución a los países sudamericanos y caribeños y lo logró en un solo caso: Nicaragua, en 1979. Sin embargo esos intentos provocaron una enorme conmoción en los países atacados y un clima de inseguridad y desconfianza que alteró sus ordenamientos sociales, económicos y políticos.

Hoy resulta muy difícil entender cómo se justificaba la aparición de focos guerrilleros que practicaban el terrorismo en países que gozaban de un largo período de paz previo (en algunos casos desde el siglo XIX) y cuyos territorios no estaban ocupados por tropas extranjeras. Ese intento de desarrollar la Guerra Revolucionaria trató de justificarse con una prédica sistemática y una campaña de propaganda disociadora que apeló a conceptos vagos, pero de fuerte efecto emocional: ‘neocolonialismo’, ‘violencia estructural’, ‘violencia de arriba’, ‘cambio de estructuras’, ‘fuerzas armadas de ocupación’, ‘ejército pretoriano’, ‘aliados del imperialismo’, etc, etc. Simultáneamente se explotaban o agudizaban todos los problemas socio-económicos subyacentes de cada sociedad atacada.

Prácticamente la totalidad de los países de la región sufrió los embates de la Guerra Revolucionaria exportada desde Cuba en 1959 y potenciada nuevamente desde La Habana en 1967, con la realización de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), que llamó a los 27 países del área presentes en la cumbre subversiva, para que constituyeran ‘Ejércitos de Liberación Nacional’ en apoyo y expansión de la Revolución Cubana.

La Guerra Revolucionaria en Sudamérica tuvo un alto componente de ‘guerra de guerrillas’, a punto tal que se generalizó el término ‘guerrillero’ para señalar a todos aquellos que participaban en la guerra subversiva-terrorista. ( 1 )

De acuerdo con las características geográficas, sociales y políticas de cada país, la Guerra Revolucionaria se desarrolló en el ámbito rural o el ámbito urbano. Venezuela, Perú, Bolivia y Colombia fueron países donde prevaleció netamente la guerrilla rural, y es de remarcar que en este último país todavía existe una fortísima presencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) creadas en 1964, hecho agravado en la actualidad por su vinculación con el narcotráfico.

En cambio, la característica preponderante de la guerrilla en el Brasil y el Cono Sur (Argentina, Chile y Uruguay) fue su carácter predominantemente urbano –‘guerrilla urbana’- Esos combatientes, surgidos generalmente de sectores medios universitarios, necesitaban imperiosamente contar con el apoyo y colaboración de sectores de la población para proveerse de relevos de personal y de medios materiales. Sus acciones violentas contra la sociedad se desarrollaron inicialmente en forma discriminada. Los integrantes de esas organizaciones armadas clandestinas centraban sus ataques básicamente sobre el personal policial y militar, agentes del Estado y otros enemigos políticos claramente identificados (sindicalistas, empresarios nacionales y extranjeros, diplomáticos); sin embargo, en etapas posteriores, llegaron a emplear atentados terroristas indiscriminados con el objeto de paralizar a la sociedad mediante el terror.

Esa guerrilla que apoyaba a la subversión terrorista, es decir, a la Guerra Revolucionaria, apareció en Argentina a fines de la década del 50 , tuvo un incremento significativo hacia 1970 y alcanzó su máxima expresión entre 1973 y 1977. Logró incorporar a sus filas una cantidad importante de hombres y mujeres provenientes mayormente de la clase media: de partidos políticos de izquierda, de sectores extremistas de los partidos políticos tradicionales, del medio universitario, de sectores intelectuales y artísticos, de sindicatos marxistas, de grupos católicos radicalizados y de una minoría de ingenuos captados por una propaganda tan hábil como permanente.

Sus acciones conmovieron profundamente a la sociedad argentina, ya que secuestraron y asesinaron a figuras notorias del quehacer político, sindical, empresarial, cultural, policial y militar. En oportunidades llegaron a controlar el aparato del Estado, tanto en el orden nacional como en varias provincias. Sus operativos llegaron a límites nunca vistos antes: copamiento de unidades militares, múltiples secuestros extorsivos, asaltos a comisarías y bancos, toma de localidades, asesinatos y robos permanentes, intimidaciones y amenazas incontables, incendios y destrozos espectaculares.

Para los subversivos terroristas todos estos hechos configuraban ‘operaciones militares’ realizadas en el contexto de la ‘Guerra Revolucionaria’. Es decir que tenían clara conciencia que estaban protagonizando una GUERRA, se habían preparado para desarrollarla-tanto ideológica como militarmente- y habían adoptado una estructura clandestina y celular para dificultar su identificación. Siempre recalcaban ese ESTADO DE GUERRA en todos sus comunicaciones , en particular en sus ‘partes’ y ‘comunicados’ de operaciones y terminada la lucha armada por su derrota militar, sus principales dirigentes también lo hicieron en libros o en entrevistas con los medios de comunicación social. Sólo los abogados, las organizaciones de derechos humanos( parcializadas y conducidas por la izquierda) y los familiares, que lograron implementar un gran negocio económico con las distintas indemnizaciones para su sector, sostienen lo contrario por razones jurídicas y pecuniarias.

( 1 ) En realidad el término “guerrillero” es según los tratados internacionales ( Leyes de Guerra) aquel que integra fuerzas irregulares que normalmente usan uniformes, portan armas a la vista, tienen un jefe responsable y no ocultan su situación de combatientes. Tienen estado legal y al ser capturado merece el mismo tratamiento que el prisionero de guerra.

Por lo contrario , si oculta sus armas, no usa uniformes y oculta su condición de combatiente mimetizándose entre la población, es un “partisano” el que al no respetar las Leyes de Guerra, no está protegido por sus prescripciones y por lo tanto , no le corresponde el status de prisionero de guerra.

FIN DEL BOLETIN Nro 003

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